Te contamos todo lo que necesitas saber
Nuestra dieta ha ido perdiendo fibra generación tras generación, pero los efectos físicos se transmiten de la misma manera que los malos hábitos alimentarios.
No obstante, es posible revertir los efectos de la mala salud intestinal (al menos parcialmente). Llevar una dieta rica en fibra en la que no falten las frutas y las verduras y limitar la ingesta de alimentos procesados es un buen punto de partida.
Otra estadística preocupante es que, en Estados Unidos, el 80% de los antibióticos no se administran a los humanos, sino al ganado.
Aunque hacen falta más investigaciones, cabe la posibilidad de que los antibióticos administrados al ganado acaben en nuestro organismo a través del consumo de productos de origen animal y que, por lo tanto, nos provoquen problemas intestinales.
Los investigadores les hicieron pruebas y descubrieron que el equilibrio bacteriano no se había visto afectado. Por lo tanto, llegaron a la conclusión de que la proximidad con la naturaleza aplaca considerablemente el daño que los factores externos pueden causar en el organismo.
En una ocasión, los misionarios les llevaron cajas con antibióticos. Los hadzas no sabían qué hacer con ellos, así que se los comieron como golosinas en una sola noche.
Harvard realizó un estudio con la participación de los hadzas, una tribu de Tanzania, y descubrió que gozaban de una microbiota un 40% superior a la del estadounidense medio.
Este es otro beneficio del estilo de vida de los hadzas, ya que están en contacto constante con la naturaleza.
La presencia de herbicidas como el glifosato en los alimentos que consumimos y en nuestro organismo es cada vez mayor.
Aumentar el consumo de fibra y alimentos a base de plantas puede ayudar a restablecer el equilibrio natural del intestino, sobre todo si se apuesta por productos orgánicos.
Los antibióticos no solo acaban con las bacterias perjudiciales, sino también con las saludables. El cuerpo puede tardar desde cuatro semanas hasta seis meses en recuperarse de sus efectos.
Está demostrado que los problemas intestinales influyen en la salud mental y viceversa. Algunos gastroenterólogos sostienen que sus pacientes más difíciles son aquellos que han tenido traumas o trastornos alimentarios.
El sueño influye en el intestino, ya que altera el ciclo circadiano. Si te falta descanso, tu microbiota se verá afectada.
También está demostrado que el jet lag y los vuelos de larga distancia influyen en la microbiota, lo que a veces se traduce en un aumento de peso.
El uso de químicos ha generado muchas protestas, ya que también despojan a los productos frescos de sus nutrientes.
El glifosato acaba con las malas hierbas bloqueando nutrientes esenciales, pero el problema está en que hace lo mismo en el intestino. Es decir, previene el crecimiento de las bacterias saludables que nuestro cuerpo necesita.
Los investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts creen que el consumo en altas cantidades de glifosato está directamente relacionado con la celiaquía, una enfermedad autoinmune que daña el intestino delgado y que hace que este no tolere el gluten.
Un estudio en ratas demostró que una dieta baja en fibra no solo reducía la diversidad de la microbiota de las siguientes generaciones, sino que también dificultaba cada vez más la reversión de sus efectos.
Los alimentos y suplementos probióticos pueden ser la mejor manera de restablecer el equilibrio de la microbiota. Está demostrado que estos chutes de "bacterias saludables" ayudan a mejorar la salud intestinal y a reducir los problemas digestivos.
No te pierdas: Qué son los probióticos y por qué los necesitas
Para los seres humanos es esencial llevar una dieta variada a base de cereales integrales, frutas y verduras que alimenten las bacterias saludables presentes en el intestino y que tengan propiedades curativas y antiinflamatorias.
Quedarse despierto hasta tarde viendo series o vídeos en el celular también puede afectar a la microbiota, aunque en menor medida.
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Los factores externos ponen nuestra salud en juego
SALUD Sistema digestivo
La raza humana ha desarrollado la tecnología necesaria para entregar comida a domicilio con drones e incluso para explorar la Luna, pero nuestros cuerpos parecen haberse estancado en la Edad de Piedra. Sobra decir que si estos esperan que los alimentemos como hacían los cazadores-recolectores de la prehistoria, los Doritos y los nuggets de pollo se quedan cuanto menos cortos. No obstante, las dietas modernas no son lo único que está acabando con nuestro sistema digestivo. Hay muchos otros factores, tales como el estrés, los antibióticos y los pesticidas, que nos hacen más mal que bien. Haz clic para descubrir cuáles son los que más nos afectan y saber qué puedes hacer para protegerte de ellos. ¡Adelante!