Para más de la mitad del mundo, hablar dos o más idiomas forma parte del día a día. Esta diversidad lingüística, moldeada por la educación, la inmigración y las influencias familiares, pone de relieve la interconectividad de la sociedad actual.
Dejando a un lado el desafío de la pronunciación y las reglas gramaticales, ¿experimentan las personas bilingües un cambio de personalidad al cambiar de un idioma a otro? Al fin y al cabo, hay un proverbio checo que dice "aprende una nueva lengua y obtendrás una nueva alma".
En una encuesta realizada a más de 1000 personas plurilingües, la mayoría (el 65%) dijo sentirse "diferente" en función del idioma que hablase.
Cuando se les pidió que explicasen a qué se referían, estos participantes no solo hablaron de naturalidad, sino también de cambios de actitud, perspectiva, expresión emocional y personalidad en general.
Aunque muchas personas bilingües dicen sentirse diferentes en función del idioma que hablen, pocos investigadores han profundizado en este fenómeno.
Los expertos reconocen la complejidad inherente a tal investigación. La diversidad lingüística, unida a los cinco rasgos de personalidad fundamentales en los que esta puede influir (apertura, conciencia, extroversión, amabilidad y neuroticismo), supone un gran obstáculo.
Los investigadores tendrían que comparar a hablantes de idiomas muy diferentes, tales como el chino o el alemán, ver cómo estos influyen en esos cinco rasgos y después analizar y contrastar los resultados.
Aunque las pruebas fehacientes escasean, muchas personas creen firmemente tener diferentes personalidades en función del idioma que hablen. Y las investigaciones previas sí parecen apuntar a que esta experiencia subjetiva entraña algo de verdad.
Este efecto parece ser más intenso entre los bilingües que también son biculturales, es decir, entre quienes no solo hablan dos idiomas con fluidez sino que además tienen una estrecha relación con dos culturas.
Su experiencia y percepción de estos idiomas en el contexto cultural es lo que de verdad da forma a su personalidad.
Según estudios recientes, los idiomas pueden moldear sutilmente nuestra realidad. Las personas bilingües pueden percibir el mundo de forma diferente y comportarse conforme a su percepción, lo que dependerá del idioma que hablen. Este efecto parece acentuarse cuando se tratan temas particularmente emotivos.
La lengua materna suele ser la que más peso emocional tiene. Las personas bilingües dicen experimentar emociones más fuertes cuando hablan en su primera lengua, sobre todo al recordar momentos asociados a ella.
Los estudios demuestran que las personas recuerdan su infancia con mayor detalle cuando hablan en su lengua materna, lo que pone de relieve el papel que esta cumple en nuestra forma de almacenar y evocar esas primeras experiencias.
Por el contrario, una segunda lengua pone una cierta distancia emocional de por medio, lo que ayuda a los hablantes a sentirse menos ansiosos o avergonzados en determinadas situaciones, p. ej. a la hora de tomar decisiones atrevidas o de lidiar con tareas exigentes.
El psicolingüista François Grosjean plasmó este fenómeno a la perfección en su investigación. Un participante bilingüe describió así su experiencia: "Cuando estoy con angloamericanos, me trabo y me siento rato. Pero cuando estoy con latinos/hispanohablantes, soy una persona completamente diferente. Soy ingenioso, amistoso y muy extrovertido".
Al comienzo de su trayectoria, la profesora emérita de Berkeley (EE. UU.) Susan Ervin-Tripp llevó a cabo un estudio revolucionario. En él, le pidió a mujeres japonesas-estadounidenses que completasen frases en japonés e inglés. En las respuestas se apreciaron unas diferencias de lo más significativas.
Por ejemplo, ante la frase "Cuando mis deseos chocan con los de mi familia", una participante respondió "Es un momento de gran infelicidad" en japonés y "Hago lo que quiero" en inglés.
En un estudio realizado 40 años más tarde, el profesor David Luna del Baruch College (EE. UU.) hizo un gran descubrimiento. A las mujeres hispanoamericanas bilingües se les pidió que interpretasen varios anuncios. Al principio lo hicieron en español y, seis meses después, en inglés.
Los resultados fueron sorprendentes. Al ver los anuncios en español, las mujeres se percibían como más independientes y extrovertidas. Al verlos en inglés, sin embargo, se veían más tradicionales, familiares y dependientes de los demás.
El idioma en el que los bilingües eligen expresarse no solo afecta a la intensidad emocional, sino también a la percepción que tienen de sí mismos y los demás. Cambiar de una lengua a otra moldea el discurso y pone de relieve rasgos socioculturales propios de las comunidades lingüísticas a las que pertenecen.
En un estudio de personas bilingües con chino e inglés afincadas en Estados Unidos, los participantes dijeron sentirse más cómodos expresando sus emociones en inglés (su segunda lengua). Esto lo atribuyeron a que, según ellos, este idioma tiene menos restricciones sociales.
Sin embargo, también indicaron que experimentaban unas reacciones emocionales más fuertes en mandarín (su lengua materna).
La distancia emocional que ofrece una segunda lengua no siempre es algo negativo, ya que ayuda a disminuir la vergüenza, la ansiedad y la implicación personal (sobre todo para quienes proceden de culturas colectivas en las que hablar de sentimientos no es algo tan habitual).
De hecho, emplear un idioma diferente para expresar emociones puede ayudar a las personas a abrirse más de lo que lo harían en su lengua materna.
Antonella Gismundi, analista de datos italiana con formación en lingüística y psicología, también habla chino e inglés. En un ensayo para Psyche, lanzó la siguiente pregunta: "Si hablas más de un idioma, pregúntate a ti mismo en cuál te resulta más fácil decir 'te quiero'".
Otros investigadores han estudiado cómo las lenguas que las personas hablan pueden influir en cómo les perciben los demás. En un estudio, los participantes (personas bilingües de Hong Kong que hablaban inglés y cantonés) interactuaron con dos entrevistadores que hablaban un idioma diferente cada uno. Después, unos observadores independientes analizaron las conversaciones.
El estudio descubrió que, al hablar inglés con entrevistadores chinos, los participantes parecían más abiertos, asertivos y extrovertidos que cuando hablaban cantonés.
En su libro Life with Two Languages, Grosjean sugiere que lo que en apariencia es un cambio de personalidad en realidad es un cambio de actitud provocado por un contexto o situación concretos en vez de por el idioma.
Por ejemplo, en un contexto cultural taiwanés, los valores como la lealtad y el trabajo duro son muy prominentes, mientras que en Estados Unidos la iniciativa y la asertividad son más importantes.
En el caso de muchas personas plurilingües, sentirse diferente al hablar otro idioma parece deberse a una combinación de factores culturales y lingüísticos. Estos les hacen verse de una manera u otra, lo que provoca cambios de personalidad para encajar mejor en el entorno sociolingüístico en el que se encuentran.
Fuentes: (The Conversation) (Psychology Today) (Psyche)
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Los idiomas no solo son una herramienta comunicativa, sino la lente con la que observamos el mundo que nos rodea. ¿Pero tienen el poder de cambiar nuestro comportamiento? ¿Alguna vez te has sentido diferente al hablar en otra lengua? Los estudios demuestran que las personas bilingües y plurilingües experimentan cambios en su personalidad en función del idioma que hablen y la cultura en la que se encuentren envueltas. Si quieres saber todos los detalles, ¡haz clic para seguir leyendo!