© Shutterstock

El peso de la sucesión -

Cuando un papa muere o renuncia, la Iglesia católica inicia un proceso sagrado y secreto para nombrar a su sucesor que se basa en una serie de rituales, oraciones y meticulosos procedimientos que culminan con la elección de un nuevo líder.

© Shutterstock

El primer papa -

El liderazgo de la Iglesia católica se remonta a san Pedro, uno de los discípulos más próximos a Jesús, de quien recibió el nombramiento en el 30 d.C. Desde entonces, todos los papas han heredado esta autoridad en una línea de sucesión ininterrumpida.

© Getty Images

La transformación de un título -

"Papa" es una palabra que procede del latín y que transmite un profundo respeto. En un principio se utilizó para designar a muchas figuras eclesiásticas, pero en el siglo VI el obispo de Rompa lo reclamó exclusivamente para sí. Con el tiempo, la autoridad papal fue creciendo y el puesto pasó a estar por encima del de cualquier obispo.

© Getty Images

Elecciones papales -

Antes del siglo XI, los papas se elegían por opinión popular, lo que solía dar pie a acaloradas disputas, rivalidades e incluso violencia. La Iglesia pasó por un periodo de inestabilidad hasta que finalmente llevó a cabo una serie de reformas. Esto acabó por cristalizar en un proceso más estructurado (pero también opaco) para elegir al sumo pontífice.

© Getty Images

El decreto definitivo -

En 1059, el papa Nicolás II revolucionó las elecciones al declarar que solo los cardenales obispos podían votar. Esta decisión limitó la influencia de los aristócratas romanos y el bajo clero, sentando las bases de la formación del Colegio Cardenalicio, el cual sigue dirigiendo las elecciones papales a día de hoy.

© Getty Images

El Colegio Cardenalicio -

Para 1150, el Colegio Cardenalicio ya había solidificado su papel como único cuerpo responsable de la elección del nuevo papa. Con el tiempo se han ido haciendo algunos ajustes para refinar el sistema, como la obligación de aislar a los candidatos para preservar la santidad del proceso y evitar las influencias externas.

© Getty Images

Un grupo electoral creciente -

Durante el medievo no solía haber más de 30 cardenales. Para 1586, el número había aumentado hasta los 70. En 1975, el papa Pablo VI estableció un máximo de 120 cardenales votantes, lo que garantizó que el grupo fuese diverso pero manejable.

© Getty Images

La edad importa -

En 1970 se estableció una nueva norma que impedía votar a los cardenales de más de 80 años en las elecciones papales. Hoy en día 120 pueden hacerlo, pero ocho de ellos perderán este privilegio a finales de año, ya que alcanzarán el límite etario establecido.

© Shutterstock

Dimisión -

Que un papa renuncie al pontificado es algo que casi nunca ocurre. Benedicto XVI dimitió en 2013; el último en hacerlo había sido Gregorio XII en 1415. La norma es que el sumo pontífice debe ocupar el cargo hasta la muerte, por lo que las renuncias voluntarias son algo tan excepcional como dramático para la Iglesia católica.

© Getty Images

Empieza la cuenta atrás -

Una vez la sede queda vacante, el cónclave (la elección formal) debe empezar en un plazo de 15 a 20 días. Esto se estableció así en 1922 para garantizar que todos los cardenales repartidos por el mundo tengan tiempo de viajar a Roma y participar en este procedimiento tan histórico y solemne que determinará el futuro de la Iglesia.

© Getty Images

Todos los cardenales son candidatos -

Técnicamente, todos los cardenales votantes son susceptibles de ser elegidos. Cuando llegan a Roma, se les asigna una iglesia local que supervisar, lo que les permite celebrar misa y presentarse a los feligreses de manera sutil antes de que el cónclave empiece oficialmente.

© Getty Images

La campaña silenciosa -

Al contrario que en las elecciones políticas, presentarse directamente a papa está prohibido. No obstante, en los días previos al cónclave, los cardenales pueden mantener conversaciones discretas para obtener apoyo e influencia. El domingo anterior al cónclave celebran misa por toda Roma para llamar la atención sin abogar explícitamente por sí mismos.

© Shutterstock

Aislados -

Una vez empieza el cónclave, los cardenales entran en la Capilla Sixtina y se aíslan por completo del mundo exterior. La comunicación está estrictamente prohibida para evitar las maniobras políticas y garantizar que la decisión se base únicamente en la inspiración divina y en la deliberación entre los altos dirigentes de la Iglesia.

© Getty Images

Un juramento sagrado de confidencialidad -

Antes de que empiece la votación, los cardinales juran respetar la confidencialidad del cónclave. Solo a los asistentes esenciales (como la seguridad y el personal sanitario) se les permite mantener un contacto limitado. Ir contra el secreto se considera una violación grave de la integridad del cónclave y la guía divina.

© Getty Images

Tres fases -

Cada votación sigue un proceso trifásico: el preescrutinio (distribución y preparación de las papeletas), el escrutinio (voto secreto) y el posescrutinio (recuento y comprobación). Si se realizan correctamente, estas fases resultan en un proceso de selección justo y deliberado.

© Getty Images

El primer voto -

El primer día del cónclave se realiza una primera votación. Si ningún candidato obtiene una mayoría de dos tercios, la votación se realiza hasta un máximo de cuatro veces al día. Si es necesario, los cardenales hacen una pausa para rezar y reflexionar antes de retomar el proceso de selección.

© Getty Images

Un ciclo de contemplación y decisión -

Si ninguno resulta electo al cabo de tres días, los cardenales dedican un día entero a rezar y reflexionar. Este ciclo continúa hasta que se alcanza una resolución. Si la situación no avanza, los dos candidatos principales van a una segunda vuelta para así garantizar que se llegue a una conclusión.

© Getty Images

Señales de humo -

Dado que el resto del mundo no está al tanto de lo que ocurre en la Capilla Sixtina, los cardenales avisan de cómo va el proceso con señales de humo. Antes de que empiece el cónclave, se instalan un hornillo y una chimenea temporales en la capilla para poder quemar las papeletas.

© Getty Images

El color de la señal sagrada -

Si de la chimenea sale humo negro, significa que la decisión no está tomada. El blanco, por el contrario, indica que ya se ha elegido al nuevo papa. Esta tradición de siglos de antigüedad siempre tiene en vilo al mundo entero.

© Getty Images

El misterio del humo -

No se sabe a ciencia cierta cómo nació la idea de quemar las papeletas, pero el humo blanco como símbolo de la elección papal es algo que se remonta al siglo XIX o a principios del XX. Antes se empleaban otros métodos (como las campanadas o los decretos verbales) para indicar que se había elegido a un nuevo papa.

© Shutterstock

La fórmula del humo -

Antiguamente, a las papeletas se les echaba brea o paja húmeda para que el humo fuese negro o blanco. Desde 2005, el Vaticano recurre a los siguientes químicos para lograrlo: clorato potásico, lactosa y resina de coníferas para el humo blanco; perclorato potásico, antraceno y azufre para el negro.

© Shutterstock

Llega el momento -

Una vez se han hecho varias rondas de votaciones y se ha tomado una decisión final, se le pregunta al cardenal elegido si acepta su papel como sumo pontífice. Si dice que sí, pasa a asumir oficialmente el papado y la responsabilidad de liderar a la mayor confesión cristiana del mundo. 

© Getty Images

Un nombre que define un papado -

Después, el nuevo papa escoge su nombre, una tradición que reflejará sus aspiraciones y guía espiritual. Siempre está inspirado en santos o en otros sumos pontífices y ofrece cierta información sobre el tipo de líder que será y la dirección que marcará para la Iglesia.

© Shutterstock

Una bendición sagrada -

Tras la elección, el nuevo papa se asoma al balcón y saluda a los feligreses reunidos en la plaza de San Pedro, donde da la famosa bendición urbi et orbi ("para la ciudad y el mundo" en latín). Este importante momento se considera el comienzo oficial del papado, ya que el sumo pontífice reza por la Iglesia y la comunidad global.

© Shutterstock

El anillo del Pescador -

Cada papa recibe un anillo del Pescador, un símbolo histórico de su autoridad como el sucesor de san Pedro. Precisamente a él es a quien debe su nombre, ya que el oficio de este discípulo de Jesús era la pesca. El anillo también lleva el nombre elegido por el nuevo papa grabado. Cuando este muere o dimite, se destruye.

© Getty Images

Inauguración -

Para celebrar la llegada de un nuevo papa al poder, se celebra una ceremonia de toma de posesión en la basílica de San Pedro. Aunque a los sumos pontífices del pasado se los coronaba con pompa y circunstancia, los actuales optan por ceremonias más sencillas que buscan enfatizar su misión espiritual más que una grandeza digna de la realeza.

© Getty Images

Antipapas -

A lo largo de la historia ha habido momentos en los que algunas facciones rechazaban al papa elegido y nombraban a otro sin reconocimiento oficial al que se conocía como antipapa. Estos líderes rivales solían surgir en tiempos de mayor inestabilidad política.

© Getty Images

Félix V -

Félix V (1440–1449), elegido por el Concilio de Basilea, fue el último antipapa famoso en contraposición a Eugenio IV. Sin embargo, su papado carecía de apoyos y acabó por abdicar, poniendo así fin a siglos de rivalidad papal.

© Public Domain

Un misterio que cautiva al mundo -

El cónclave papal sigue siendo una de las tradiciones más reservadas y fascinantes de la actualidad. Cada vez que se elige a un nuevo papa, se reafirma la continuidad de un proceso que lleva teniendo lugar durante dos milenios y que ha garantizado que la Iglesia católica prosiga con su misión en un mundo en un mundo cambiante.

Fuentes: (National Geographic) (CNN) (Catholic Church in England and Wales) (Britannica)

No te pierdas: Momentos pioneros del papa Francisco que marcaron la historia

© Shutterstock