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No comparar condiciones -

Cuando busques una hipoteca, intenta tener tantas opciones como sea posible. Los tipos de interés y las condiciones varían y pueden marcar la diferencia.

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No saber cuáles son tus "innegociables" -

Es importante separar aquello sin lo que no podemos vivir de lo que nos gustaría tener en casa. Claro, una piscina sería genial, pero ¿qué es más importante: eso o un dormitorio extra?

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No ahorrar dinero suficiente -

Lo entendemos, quieres una casa y la quieres ya. Pero a veces merece la pena ahorrar un poco más de dinero. Es más, antes de comprar, asegúrate de que tienes dinero suficiente para cubrir el depósito y todos los gastos.

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No tener un fondo de emergencia -

Muchos compradores de primera vivienda gastan todos sus ahorros en comprar una propiedad. Mantener un "fondo para imprevistos" te hará sentir más seguro si surge algún imprevisto.

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Comprar en el momento equivocado -

Aunque no se pueden predecir las fluctuaciones del mercado, es probable que consigas una mejor oferta si compras cuando la mayoría de la gente no lo hace: en otoño e invierno.

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No conocer la zona -

Muchos compradores primerizos lamentan no haberse tomado el tiempo necesario para conocer el barrio de antemano.

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Olvidar incluir los gastos mensuales en el presupuesto -

Ser propietario de una vivienda conlleva unos cuantos gastos, entre ellos agua, luz, impuestos de recogida de basuras, etc. Dependiendo del proveedor, el uso, el tamaño de la vivienda, etc., serán diferentes a las de la casa anterior.

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No tener una hipoteca preconcedida -

Deberías hacerlo antes de empezar a ver propiedades. La competencia es feroz y, si quieres hacer una oferta, debes saber exactamente cuánto cubrirá tu hipoteca.

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Confiar en la revalorización -

Debido a la volatilidad del mercado inmobiliario, la revalorización no siempre está garantizada. Puede que ganes algo de dinero si la vendes dentro de unos años, pero también puede que no.

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No investigar lo suficiente -

Desde las hipotecas hasta los costes y las características que necesitas en tu nueva casa, algunos compradores primerizos se arrepienten de no haber investigado bien.

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No ajustarse al presupuesto -

Esto es de suma importancia. Calcula todos los gastos antes de cerrar un trato y asegúrate de que puedes permitírtelo.

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No comparar compañías de construcción -

Si vas a comprar una vivienda antigua que necesita reformas, investiga. Pide recomendaciones a amigos y familiares y obtén el mayor número posible de presupuestos.

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No comprobar los detectores de humo -

No te fíes de los propietarios anteriores y comprueba si funcionan todos y cada uno de los detectores de humo.

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No tomar en consideración cómo puede cambiar la zona -

¿Se construirá una carretera delante de tu nueva casa? ¿Quizá nuevos edificios? Sea lo que sea, intenta obtener toda la información posible sobre las futuras obras y cómo pueden afectar a tu propiedad.

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No prestar atención a la pintura antigua -

Las propiedades antiguas pueden tener pintura con plomo. Asegúrate de comprobarlo antes de comprar.

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Saltarse la inspección final -

Es importante no saltarse la inspección final, sobre todo si en el inmueble aún viven personas. Es una forma de evaluar cualquier daño de última hora que haya sufrido la propiedad.

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Fugas -

Por desgracia, no todas las fugas son visibles. Asegúrate de que el inspector examine las paredes, el tejado, las tuberías y otras zonas, como las fosas sépticas.

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No comprobar el sistema eléctrico -

El cableado eléctrico puede ser un problema, sobre todo en propiedades antiguas. Asegúrate de que se han adaptado a las normas de seguridad actuales.

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Comprar una casa demasiado pequeña -

El tamaño importa a la hora de elegir dónde vivir. Aunque puede que no necesites tres dormitorios de sobra, peca de "cuanto más grande, mejor".

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Esperar a encontrar la casa "correcta" -

Puede que la casa perfecta no exista. Incluso si existe, puede que se salga del presupuesto, al menos por ahora. Este es un error común que provoca retrasos a la hora de acceder a la propiedad de una vivienda.

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No tomar en consideración los desplazamientos -

Algunos compradores primerizos se dan cuenta de que su trayecto al trabajo es demasiado largo después de empezar a vivir en su nueva casa. Haz el trayecto al trabajo con antelación y asegúrate de que te viene bien.

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No contratar a un agente inmobiliario -

El agente inmobiliario del vendedor actuará en interés de su cliente, no en el tuyo. Tener a un profesional de tu lado debería ser de ayuda.

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No cambiar las cerraduras -

Aunque conozcas y confíes en los anteriores propietarios de tu nueva casa, no sabes quién tenía o tiene una llave de repuesto. Más vale prevenir que curar.

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No considerar el valor de reventa -

Hay que tenerlo en cuenta a la hora de comprar una vivienda. La ubicación, entre otras cosas, influye mucho en el valor de reventa de la vivienda.

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No guardar todos los papeles -

Reúne y organiza toda la documentación. Incluye todas las reparaciones y el mantenimiento realizados. Esto también podría ser beneficioso si decides vender la propiedad más adelante.

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No contratar un seguro del hogar -

Contratar un seguro que cubra cosas como los electrodomésticos es siempre bueno. En algunos casos, puedes negociarlo con el vendedor.

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Arrepentimiento del comprador -

El proceso de compra de una casa puede ser bastante estresante, por lo que es natural sentir remordimientos de comprador en algún momento. No pasa nada, al final todo merecerá la pena.

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