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El pueblo noruego de Longyearbyen pasa 155 días de completa oscuridad al año, por lo que podemos admitir que no es el lugar con mayor calidad de vida del mundo. En las últimas décadas, sus habitantes han tenido que enfrentarse también a un fenómeno que altera su economía y el hábitat de sus tierras: el cambio climático.
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Localizado en el archipiélago noruego de Svalbard, Longyearbyen, es el asentamiento permanente más septentrional del mundo.
Los primeros pobladores de esta tierra eran balleneros y llegaron hace unos 400 años. Su actividad pesquera fue la responsable de que la ballena boreal estuviese a punto de desaparecer.
Los mineros llegaron a principios del siglo XX y abrieron una mina en las montañas Spitsbergen. Esta industria ha sido uno de los pilares de la economía de Longyearbyen en los últimos 100 años.
La economía recibió un nuevo estímulo en los últimos años: el turismo. Los locales opinan que los viajeros tienen la actitud del "ahora o nunca", pues desean ver un hielo ártico que pronto podrá desaparecer.
2.300 personas viven de forma permanente en Longyearbyen, capital administrativa de Svalbard. El archipiélago mencionado se encuentra a medio camino entre Noruega y el Polo Norte.
Debido a su proximidad al Polo Norte, Longyearbyen pasa 155 días al año en completa oscuridad: cuando el sol se pone el 5 de octubre no vuelve a salir hasta el 4 de marzo.
Durante este periodo, el pueblo se mantiene en la más absoluta de las oscuridades. Muchos viajeros eligen esta época del año para visitar Longyearbyen y poder contemplar así las auroras boreales.
Longyearbyen es conocido por su peculiar forma de vida y por la belleza de la naturaleza que le rodea. No obstante, este pueblecito ofrece también un dato muy negativo: es el que más rápido se calienta de todo el planeta.
La temperatura de Svalbard ha aumentado en un total de 4 ºC desde 1971, una cifra cinco veces superior a la media mundial. En invierno, estación en la cual el calentamiento se hace más evidente, las temperaturas medias han crecido en hasta 7 ºC.
Svalbard es un enclave especialmente vulnerable al calentamiento global, debido a las presiones atmosféricas del Ártico (región que se calienta el doble de rápido que el resto del planeta) y los océanos colindantes. Las corrientes provenientes del Golfo de México traen aún más aire templado a la región.
Este aumento de temperaturas causa el derretimiento de la capa de hielo y nieve del archipiélago. De esta forma, la tierra deja de reflejar la luz del sol y, por tanto, absorbe más calor.
Los habitantes de Longyearbyen están muy preocupados con esta situación. Uno de los efectos más inmediatos y visibles es el de las avalanchas, que llegan incluso a amenazar con barrer al pueblo del mapa.
El pueblo sufrió en diciembre de 2015 la avalancha más mortífera de su historia. Aquel día murieron dos personas y otras 11 perdieron sus casas. La nieve provenía de la montaña Sukkertoppen ("Montaña de Cumbre de Azúcar" en español).
La avalancha fue el resultado de unas lluvias invernales inusualmente violentas, cubiertas luego de nieve. Poco después, esta última capa de nieve, que no consiguió adherirse al hielo debido a la lluvia, se deslizó hasta el pueblo.
El desastre se repitió en febrero de 2017, cuando una avalancha se llevó por delante seis casas. El gobierno instaló medidas de seguridad como las de la fotografía en 2018.
El gobierno ha invertido más de 53 millones de dólares en medidas de seguridad como barreras contra avalanchas en zonas de riesgo. Además, ha incentivado la construcción de casas en zonas no aledañas a las faldas de las montañas.
Algunos residentes se vieron obligados a abandonar su hogar debido a que moraban en una zona de alto riesgo. Otros deben evacuar su casa de forma regular para mantenerse a salvo de una posible avalancha.
Otra de las consecuencias del aumento de temperaturas es que el permafrost, que cubre gran parte del terreno de la región ártica, se está derritiendo.
Esto es especialmente problemático, pues el derretimiento del permafrost hace que los edificios dejen de ser estables.
Para adecuarse a los nuevos tiempos, los habitantes de Longyearbyen construyen ahora sus casas con pilares de hierro que van más allá del permafrost y se hunden en la roca de montaña.
No obstante, este proceso es realmente caro y necesita de una gran cantidad de acero debido a la profundidad a la que se encuentra la roca de montaña. Estas casas estarán seguras durante al menos 60 años.
Sin embargo, hay un problema para el cual aún no se ha encontrado solución: en Svalbard no se puede enterrar a los fallecidos, debido a que no se encuentran terrenos favorables para la excavación de una tumba. No obstante, esto no fue siempre así.
Los habitantes del archipiélago pudieron, hasta hace unos años, excavar tumbas. Sin embargo, estas debían estar a una gran profundidad. El permafrost tiende a sacar el cuerpo a la superficie, de ahí la necesidad de excavar lo suficiente.
En la actualidad, la tierra está tan erosionada que los cuerpos podrían acabar cayendo al océano, arrastrados por las capas de permafrost que se derrite.
El gobierno noruego ha ofrecido un programa de financiación para restaurar las tumbas antes de perder los esqueletos para siempre.
Muchos habitantes han expresado su preocupación sobre la inestabilidad de su día a día, afirmando que una actividad tan simple como ir a trabajar implica preocupaciones tales como el ser evacuados en cualquier momento.
Otros se lamentan de que ya no sea posible llegar hasta el Polo Norte desde Svalbard. El viaje ya no es seguro debido a la poca estabilidad del hielo.
Muchos académicos han acudido a Longyearbyen para observar cómo se adaptan sus habitantes a los desafíos del cambio climático. Por supuesto, la vida no es perfecta en este pueblecito del Ártico, aunque resulta un ejemplo de superación.
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VIAJES Cambio climático
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